Desde la antigüedad, las salsas se han utilizado como acompañamiento de las comidas. Los primeros vestigios se encuentran, por supuesto, en Roma, donde los romanos elaboraban un preparado llamado «galum» a partir de despojos de pescado. En este artículo no hablaremos de lo que comían los romanos, sino de las diversas y deliciosas salsas que eran perfectas para flambear y que daban diferentes matices a la parrilla.
Las salsas no sólo afectan a nuestros sentidos del gusto y el olfato, sino también, inevitablemente, a nuestra visión, enriqueciendo el diseño de nuestra comida, ya que ofrecen una gran variedad de colores y texturas. La función básica de las salsas es añadir contraste, realzar los sabores y dar un toque especial a las comidas que a menudo se vuelven repetitivas y monótonas.
Sin embargo, el uso de salsas debe ser equilibrado. En cuanto a la alimentación, es fácil consumir demasiadas grasas buenas o convertir toda una comida en un solo alimento, como el ajo.